Qué ver en Palos de la Frontera: un viaje al origen de los descubrimientos
Hay pueblos que te sorprenden por lo que ves. Si ya leíste en nuestro blog algo sobre la provincia de Huelva, habíamos hablado sobre Cartaya, hoy hacemos un viaje histórico y cultural. No te lo pierdas.
Hay pueblos como Palos de la Frontera, que te sorprenden por lo que representan.
Este rincón onubense, a orillas del río Tinto y con el Atlántico en la memoria, es mucho más que una postal andaluza: es la cuna del viaje que cambió el mundo.
Qué conocer en Palos de la Frontera
Muelle de las Carabelas: el punto de partida de un nuevo mundo
Una vez que llegamos a Palos de la Frontera y después de una parada a tomar un café, nos dirigimos al muelle de las Carabelas.
Estábamos ansiosos por fotografiarnos junto a ellas.
Si alguna vez te preguntaste cómo era zarpar hacia lo desconocido en 1492, este lugar te da una pista.
Puede que en el imaginario colectivo, en el de tus abuelos oyeras hablar del puerto de Palos: No era otra mención que a lo que te contamos.
Aquí están las réplicas de las naves que zarparon hacia el descubrimiento del nuevo mundo: de la Niña, la Pinta y la Santa María, ancladas como testigos de la historia.
Puedes subirte a bordo, tocar los mástiles, y casi escuchar los pasos de los marineros.
Más que un museo, es una experiencia inmersiva. Ideal si viajas con niños o si, como yo, tienes una vena aventurera.
El Monasterio de La Rábida: silencio con ecos de historia
A pocos minutos del centro, este monasterio franciscano guarda secretos que cambiaron el rumbo de los mapas.
En él estuve de viaje de estudios hace mucho tiempo ya, para qué contarte.
Cristóbal Colón vivió aquí una temporada, buscando apoyo para su viaje.
El claustro es sencillo, de paredes encaladas, pero transmite una serenidad profunda.
La pequeña iglesia es una joya del gótico-mudéjar, al igual que la iglesia de San Jorge que te comentamos a continuación.
A veces, los sitios más humildes son los más trascendentales.
La Iglesia de San Jorge: el corazón espiritual del pueblo
En el centro del casco histórico, esta iglesia, también llamada iglesia de San Jorge Mártir, fue testigo del juramento de los Hermanos Pinzón antes de partir al Nuevo Mundo.
Su estilo gótico-mudéjar y su torre cuadrada le dan un aire sobrio y fuerte, como la gente de mar.
Aquí es donde empieza la leyenda.
La Casa Museo de los Hermanos Pinzón: héroes locales con alma marinera
En Palos no solo se recuerda a Colón, los Hermanos Pinzón tienen su propia casa museo, que es otro punto clave.
Aquí puedes aprender todo sobre los navegantes que fueron fundamentales para que la expedición llegara a América.
Te sorprenderá saber que la historia no solo está centrada en los grandes nombres, sino que esta zona estuvo llena de gente valiente que cambió el mundo.
El Parque Natural de las Marismas del Odiel: naturaleza en estado puro
Si necesitas un respiro natural, el Parque Natural de las Marismas del Odiel está cerquita.
Perfecto para dar una vuelta, ver flamencos, esas aves peculiares, y desconectar un poco del turismo más histórico.
Eso sí, te recomiendo quedarte hasta el atardecer: el color de las marismas, con ese rojo del río Tinto, te va a dejar sin palabras.
Un saltito a Moguer: donde el tiempo se detiene
Si te animas a recorrer la zona, te recomiendo hacer una parada en Moguer, el pueblo vecino.
Es como un viaje en el tiempo, pero sin perder su esencia de pueblo con vida.
Aquí, en la Casa Museo de Juan Ramón Jiménez, puedes adentrarte en la vida de este escritor tan querido, autor de Platero y yo.
Si te gustan los libros, es un lugar obligado.
Además, el casco antiguo de Moguer es encantador: callejuelas estrechas, plazas con encanto y, sobre todo, una paz que no encuentras en muchos sitios.
Para comer y degustar: Y si te da hambre, no te puedes perder una parada en cualquiera de sus bares, donde, si tienes suerte, podrás probar algunas tapas típicas, como las tortas de aceite o los pescados frescos de la zona.
Aunque resulta obvio, no hay que confundir carabelas (naves, embarcaciones) con calaveras ( rostro en huesos sin hacer más detalles de lo tétrico).
Consejos para tu viaje
Relájate. Palos y Moguer son pueblos para disfrutarlos con calma.
Nada de prisas. Camina, siéntate en alguna terraza y simplemente deja que el ambiente te envuelva.
Haz una foto en cada esquina.
Estos pueblos tienen esa magia que siempre vale la pena capturar.
Disfruta de los atardeceres: Tanto en Palos, sobre el río Tinto, como en Moguer, desde las altas colinas del pueblo.
Son de esos momentos que quedan en la memoria
Un recaíco a la oreja como se dice en Granada
Y es que si vives en Granada o la has visitado habrás escuchado la canción La Reja, sino en las redes sociales tienes cantidad de información. Si por h o por b no la encuentras déjalo en los comentarios y hablamos de esta canción.
Palos se recorre en una mañana o en una tarde, pero se saborea mejor sin prisas.
Es el tipo de sitio donde conviene sentarse en una terraza, pedir un café o una cerveza, y escuchar a los locales hablar.
Hay historias que no están en los libros, pero viven en las voces de quienes caminan sus calles cada día.
Imágenes cortesía de
Miguel Ángel «fotógrafo», CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
Miguel Ángel «fotógrafo», CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
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