Difunde tu amor a Granada
Ciertamente la historia que os voy a contar se trata de verdaderos diamantes en la lluvia, aunque de diamantes , esta canción de Pink Floyd ha marcado toda una generación.
Confluye todo, canción, música, melodía, puesta en escena.
La historia de Diamantes en la lluvia
De diamantes en sentido figurado. Hoy me llegan a mí, que es víspera del día de San Valentín, cuando queda mes y pico para primavera, aquella historia que vivi de propio protagonismo.
Tal día como hoy
Ahora que el tiempo ha pasado (Hacen 35 años) una mañana, era un día como el de hoy, así
lluvioso, desapacible.
Por entonces, yo era un bachiller tímido
¿Quién lo diría, con los años que han pasado?
Eramos un grupo de jóvenes, de chiquillos atontaos, o alocaos, que nos llamábamos los neorrománticos, porque actuábamos al estilo de Bécquer o de Espronceda.
Ideamos una película, porque me iba a declarar a la chica más guapa del instituto (mejorando lo presente: hoy hay chicas más guapas que entonces).
Me daba por fumar por entonces Benson&Hedges , porque lo de friki aún no lo he perdido, y llevaba el paquete al completo.
Bueno, miento, había sacado dos, uno para mi amigo y otro para mí.
Y es que, ahora me río, verdaderos diamantes en la lluvia, de esos copos o pequeñas lágrimas (tears) que caen del cielo como si allí arriba llorasen.
¿Cayeron diamantes en la lluvia?
Y preguntas si cayeron diamantes en la lluvia.
Pues no sé, tal vez.
No nos dió por fumar la marca «Diamantes» de tabaco puro negro, para fumadores con un par de… pulmones.
Nos internamos por una avenida de Granada, de las afueras en rampa.
Buscamos el primer bar abierto, uno de los «compis» hacía la avanzadilla hacia el insti, haciendo de cómplice diciendo que German estaba enamorado y se había tirado por un puente.
Pedazo de trola, de embuste, para asustar al personal.Y la chica en cuestión, pidiendo más detalles como siguiera la corriente:
-Oh, que pena, cuéntame ( Lo sé porque el tercero, el compli en cuestión, me lo dijo después)
Desayuno con licor y nada de diamantes en la lluvia
Nos metimos en el bar, y en lugar de un café, nos tomamos primero una copa de anís cada uno y después un cubata, un ron con cola.
En menos de media hora, estaba trompa. No sé si mi colega,el que iba a hacer de figurante, en esta historia, estaría igual, pero no andábamos muy bien porque nos movíamos más que el «café la gorda», una expresión cheli de Granada que ni siquiera me he parado a averiguar.
Sucumbió la borrachera
Me entró un ciego ( o sea más borracho que una cuba, perdón con solo un cubata de ron), que estaba semi-insconsciente, y así arrumbamos de un barrio a otro, hasta llegar al insti.
Por lo que pude saber, decían que el olor del alcohol se notaba a dos leguas.
Hicimos novillos, y llegamos a la hora del recreo.
El momento de declararle mi amor
Con lo tímido que era, ella me facilitó las cosas porque sabía que me iba a declarar.
Para quien no lo sepa, declararse a un chico o a una chica, es declarar el amor o el interés por conocerla para pedir una cita y salir formalmente.
El compli se lo había soplado.
Después de estar agustado de alcohol, me fallaba incluso el oído y entendía las cosas a medias.
Nos veían desde muchos ángulos, expectantes.
La entrevista, a pesar de ser lo más cordial y afectuosa, terminó 0-1, 0-2 o 0-5, es decir por goleada, no hubo ni un mini-beso, cuando aquello de los besos no se llevaba.
La sociedad de 1979 no era ni la sombra de la actual, recordad lo que después vino.
La historia había terminado, era un amor platónico de aquellos imposibles.
No estaba para mí.
Había otros de merecer como Coco, un chaval que ligaba tela, rubio y que hoy es catedrático, o un colega mío que era la hermanita de la compasión que se daba unos abrazos con ella, que ya los hubiera querido para mí.
Por eso dicen que la experiencia es la madre de la ciencia, pero me sigo preguntando:
¿A esa edad?
El título de diamantes en la lluvia, es porque se escabullen, patinas, resbalas.
Ahora con la visión de los años, recuerdo aquella anécdota, que me viene a la mente todas las vísperas de San Valentin.
Espero que hayáis pasado un buen rato con Honorato, perdón es una broma.
Que os haya gustado esta pequeña historia.
P.D. Ahora con el paso de los años, solo queda como una anécdota.
Coincidíamos años después en misa los domingos, hasta que pasaron años y dejamos de vernos, y poco más.
Hace tres años, la busqué en Facebook, la encontré, intercambiamos dos comentarios y hasta hoy.
Es como la fuerza del gas de las bebidas, con el tiempo, desaparece.
La canción a continuación expresa los sentimientos de aquel tiempo,
Margherita de Richard Cocciante
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